Reconozco en ti, amiga fiel
la paciencia en espera de mi voz.
No apresuras nada, cuando a veces yo,
atarantado intento tomarte de manos atadas.
Y ahí tu me esperas,
con tu amable temple me observas.
Me acerco a ratos para interpretar alguna de tus melodías.
Tomo tu parte de canción, te propongo yo mi voz
y me descubro creyéndome compositor
cuando tan sólo te hice compañía.