Carta de la Madre Tierra
¿No te doy miel y leche para tus hijos?, ¿No recibes mi leña para tu fuego, mi lluvia, mi agua, mi tierra para tus frutos, mi perfume y mi calor? Has cortado el manto de vegetales variopintos que aterciopelaban mi piel y enjugaban las gotas de mi lluvia… Has secado mis entrañas, sacando mi negrea sangre para tus alocados ingenios de velocidad y muerte. Has golpeado severamente mi estabilidad con tus potentes petardos atómicos y has puesto en peligro la gravitación de otras esferas próximas a mí. Has envenenado el poco aire que me queda para respirar. En Oriente y en Occidente, en el Norte y en el Sur, el viento, el agua y la lluvia trasladan las enfermedades golpeando a los indefensos retoños.
Has desestabilizado las colonias microscópicas, produciendo una escala infinita de consecuencias desestabilizadoras. Has dividido la tierra en parcelas y has puesto al hombre en reservas, separando al rico del pobre, al negro del blanco, al tonto del listo. Has establecido la ley de lo que debe vivir y me has quitado el poder de auto seleccionar, de auto limpiar. Me has llenado de abonos químicos envenenados que convierten mi piel en un desierto estéril e improductivo. Has fabricado aparatos de muerte más destructivos que mis terremotos y mis tornados, y tu lista de asesinatos es una montaña formada de dolor e injusticia, de guerra y de odio. Has pintado mi atmósfera de negro y los niños no pueden ver las estrellas que por la noche me visitan.
¡QUERIDO SER HUMANO!