Dejando atrás inviernos para atender a tiempo primaveras.
El alma en su color de nuevo va por cubrirlo todo.
Nuevas flores en el jardín del hombre para brindar de amores,
que pocas cosas valen más la pena que celebrar las noblezas del corazón.
Blandiendo el fiel sentimiento aventuro la realidad ideal
calmando la sed en la sabia del árbol en donde florece la vida.
Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender… que los besos no son contratos y los regalos no son promesas y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calorcito del sol quema. Y aprende a plantar su propio jardín y decorar su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
«no hemos heredado la tierra de nuestros padres,
la tenemos prestada de nuestros hijos»
Me juego la nobleza en convicción
que ya agotado estoy de jugar a ganador
entre triunfos viles y artimañas hostiles
arrebato el corazón a su Amor.
No voy contra nadie, si en pro de todos.
Doy un poco de mi parte, recibo de otros este arte.
Somos del Todo una efímera presencia.
De la vida, los ojos para ver su esplendor.
Reparo lo que así sea necesario.
No silencio la emoción.
Me visto de color solidario
al entonar, del universo, su canción.